lunes, 27 de mayo de 2013

¡Oh dulce Maldad!



Todos los días me levanto pensando en las decisiones que he tomado en mi vida y de la calidad de las mismas. 

Últimamente la gente parece creer que soy una mala persona. Y no los culpo.

He limpiado mis botas con el cepillo de dientes de mis roomies cuando tapan el baño, he escondido sus carteras cuando tienen fiestas a las que no asisto  y tapan el baño (de nuevo), les miento a los muchachos que me quieren regalar su corazón y no asisto a las reuniones a las que tiernamente me invitan mis amigos, sin contarles que llevo más de dos semanas sin entregar un libro a la Biblioteca Central.

Eso último es lo más profundidad de mi maldad.

Y lo único que puedo decir a mi defensa es que estoy aburrida.
Creo que la vida ya me aburrió. Creo que necesito cambiarme de ciudad.

Pero desde luego no puedo.

Como siempre he sido de la idea de terminar algo que he empezado, decidí aspirar a triunfos más elegantes en la Universidad así que no puedo movilizarme durante los próximos dos o tres años de aquí.  

Pero para dejar de ser un simple expectador de mi vida comencé una serie de cambios estos últimos meses. Uno de ellos es mudarme (otra vez) de departamento. Desde que llegué no he dejado de compartir la cama con alguien y ese alguien en su mayoría no gusta de desvelarse tanto como yo.

Decídi renunciar a mi beca- trabajo. Por que ya no quiero dedicarle 5 horas diarias a algo que es como un espiral. He comenzado a evitar el consumo de ciertos productos alimenticios, y que atinadamente  ha sido lo mejor. No coman tanta carne, su estomágo se los agradecerá.

Y por supuesto decidí volver a ser mala.
Así que si un día me topan en la calle y no los saludo, creánme es a propósito.







sábado, 11 de mayo de 2013

El retorno del Rey


Habrá quién todavía vive para contar el Purple Monterey de 1967.
A mí me tocaron los 90´s  y desde esa fecha hasta ahora no sé si he visto lo suficiente para creer que puedo morir a los 27, como los grandes.



Regrese para terminar de contarles lo que nunca quiero decirles.