viernes, 23 de septiembre de 2011

Generación Espontánea

Está semana conté la verdadera historia de cómo es que alguién como yo termino en un lugar como éste.

Qué curioso que a más de un año no se me hubiera ocurrido hacerlo y que después de ello me sintiera reanimada.

Sucedió que como muchos adolescentes pedorros yo no sabía que tenía que hacer de mi vida.
Un día viajaba en el camión camino a la escuela y a mi colorida desgracia le tocaron puros pasajeros de caras largas y cansadas.

Pensé desde entonces que crecer sería horripilante. Tal vez si hubiese pensado que para tal proceso llega un punto de madurez consistente, no le hubiera temido a la responsabilidad.

Y si retrocedemos más ,si no hubiese crecido con quienes me enseñaron a soñar en la estratósfera probablemente no tuviera continuación este relato.

Imaginemos entonces que siendo adolescente berrinchudo y de espiritú rebelde quizé huir.
No llegué a la escuela. Y caminé en dirección hacia la Biblioteca del CUCSH donde desconcertada me sentaría a meditar el va -y -ven de la vida, pero esperando que no viniera.

Tomé un libro de la estantería y lo consumí, lo procesé y no lo deseché de mí.
Al terminar la última página me di cuenta de que si aún no sabía lo que quería, y que temía en definitiva saber lo que no quería.

Y eso era: NO ESTAR EN NINGÚN LADO.

-Doble negación responde a una afirmación-

(Y sí, agrégale la libertad ).


Y me pasó lo mismo los dos siguientes días. No fui a la escuela y solo leía libros.
Como si en las páginas de textos al azar tuviera entre líneas un mensaje oculto de salvación a mi desconcertado ciclo hormonal.
O como si alguién pudiese pasar toda la vida soñando y viviendo sólo en las historias que los demás cuentan.


Entre los detalles más curiosos de este proceso es que los libros que venía leyendo traían el mismo formato: La historia de jovenes viviendo en la Ciudad de México con pluma bajo el brazo, con casas compartidas, con sexo en las esquinas, de amor al arte y de escenarios de México 1970.

Y pensé que Gustazo Sainz no sólo me había dedicado el libro si no daba permiso de hacer lo mismo que su joven escritor aún sin libro publicado.
Y que el libro de los desamorosos no era otra que la que pudo ser nuestra historia en 300 páginas de Arial 10.

Y que el Club de los Suicidas me divertía bailando entre su libertinaje egoísta.
(Aunque el libertinaje no puede tener otro adjetivo que no incluya egoísmo).


Mi estilo autista de varios días terminó cuando en casa se dieron cuenta y cuando mis amigos preocupados creyeron que morí de depresión " imposibiliparto".


Y el resto de la historia ustedes lo saben.
Estoy aquí viviendo en la Ciudada de México.
Paseando con los pies descalzos en Reforma y colgandome de trailers en Tlatelolco.

Claro que para que de pronto esto pasara tuvo que existir la generación espontánea.
Porque así se creo la vida.


( Al menos la mía)

lunes, 19 de septiembre de 2011



A veces suelo decir que no me siento parte de la juventud.
Y por eso utilizo suéter de viejito.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Volví a dibujar.

Hoy vi en el metro subirse a una pareja de viejitos enojados.
Y se me hizo gracioso.

Es de hèroes vivir tanto tiempo al lado de alguien.
-Enserio-




Adjuntale mis berrinche a la pobreza.


La vida moderna no está cool, ni siquiera las nuevas etiquetas que se vienen adheriendo a tu flàcido vocabulario.
Me gustaría perderme en el horizonte mientras todos se engullen en los libros o diarios del 1 al 31 de mayo. La información mejor digerida viene siendo la del pasado.


Ya que pronto pasarè aL desquite de la juventud y mis colosales años me agota la paciencia y termino huyendo.
Mala decisiòn cuando sè que no he empacado nada.

A lo mis mètaforas rancias quieren decir es que : YA TENGO INTERNET.

( Temporalmente)

¿ Hay algo en esta vida que dure para siempre?