Cuando cumplí 18 años mis papás me regalaron una cámara. Y le puse Lola, porque antes le ponía nombre a casi cualquier cosa.
Y creo que por Marzo me robaron mi cámara y otras más. Nunca aparecieron y desde entonces perdí casi por completo el interés y el tiempo por la fotografía.
Pero hace unas semanas vi una cámara que me recordó tanto a Lola que con todo y la pobreza que me cargo la compré.
Y la compramos. Y ahora es nuestra.