jueves, 10 de mayo de 2012




El síndrome de calvicie cada vez es más latente por los círculos en los que me muevo.
Mi maestro Toño me envió como parte de mi investigación bibliografía muy interesante. Acabo de leer un texto de Armando Barta sobre economía solidaria como una alternativa civilatoria. Una modalidad de vida bajo premicias de dignificación del trabajo, valores y resistencia.
Resistencia al imperealismo y fetichismos del sistema capitalista con una economía plural, "una convivencia libre, fraterna, donde la felicidad resulte más frecuente y esté mejor repartida.".

 Sin pecar por las cursilerías de la utopía descubrí con asombro una maravillosa cosa que se llama  Creative Commons. Suele pasar que yo de la vida sé muy poco y me asombro con mucha facilidad pero Creative Commons surgió de esta idea : Compartir

Incluso hay un nuevo libro que editó la sociedad de Creative Commons de historias de muchisímas personas que utilizan estas licencias para ofrecer bienes culturales digitales.
En el sistema capitalista las personas no solo trabajamos para el capital, somos el capital enfocada a maximizar las ganancias, contraria a una economía solidaria donde existe la fraternidad y nadie busca sobresalir con la explotación de los demás. Creative Commons tiene la conviccion de ofrecer licencias que permitan a los autores compartir su trabajo y permitir que sean copiados, editados, distribuidos y modificando, bajo ciertas reglas.

Y es cierto que no todas las reglas se hicieron para romperse, las reglas se hicieron para respetar inclusive para valorar. Pero no le hago al cuento y condeno la copiadora, porque yo también la he utilizado en muchas ocasiones, solo que  las leyes de derecho de autor señalan que debe de ser nombrado el autor de dicha obra.  Citar a los autores nos permite valorar y reconocer su trabajo.
Es halagador que alguien admire tanto tu trabajo que lo reproduzca, que tome influencia de ello para expresarse pero es más halagador mantener el ciclo de conocimiento del internet citando a los gestores de ello.

Y lo vomito todo lo anterior porque leí a Debra explotada, porque he aprendido que muchas fundaciones, asociaciones, grupos, movimientos tratan de cambiar la mentalidad del mundo,de transformar el hedonísmo  en solidariad universal.

Intento mantener mi convicción de cambiar el mundo. Intento moverme hacia esferas que me permitan  sentime pertenecida y no excluida.

A mí me encantan las historias. Las historias de los camiones, de las calles, de los universitarios, de mis amigos y por supuesto las mías. Si alguien quiere escribir la suya sepa que tal vez un día la encuentré.