Camino pensando en atentados con balas al aire y mucha sangre. Me invade esporádicas micro sensaciones de ataques homicidas en masa.
Las organizaciones sirven para afrontar la sobrevivencia diaria, pero yo no soy capaz de movilizar nada.
La incidencia recurrente de mis malos augurios agudiza mi sentir-pensar-hacer paranoico.
Y no es normal que de pronto surgen varios cientos de grupos de desocupados que reclaman bolsas de comida y planes asistenciales quebrados. Las emergencias sociales reclaman amplios movimientos pero yo sigo pensando en parasitarios reflejos de pecho abajo por si un Cadillac blanco dispara.